Aunque parezca el título de una película gore, el deseo de amputación o de pérdida de alguna función orgánica como camino a la felicidad describe un trastorno que l@s psiquiatras empiezan a denominar Desorden de Identidad de la Integridad Corporal (o BIID, por sus siglas en inglés). Sí, como lo lees, hay personas que anhelan ser mutiladas para sentirse completas.

En los medios de comunicación encontramos casos como el de Jewel Shuping, una mujer que deseaba ser invidente desde su infancia y ese pensamiento sólo se aliviaba mediante comportamientos como mirar directamente al sol o ir por la calle usando bastón. Según ella misma relata, sólo se empezó a sentir plenamente feliz cuando logró perder el sentido de la vista.

También encontramos a Jennins-White que lleva más de cincuenta años luchando contra las autoridades médicas para que le amputen las piernas, puesto que su mayor deseo es quedarse sin sus extremidades inferiores. De hecho, simula constantemente que no tiene piernas y vivir postrada en su silla de ruedas.

Esta serie de casos, se caracteriza por una alteración significativa de la integridad de cuerpo, es decir, la persona cree que se sentirá y se vivirá como más íntegra cuando sea mutilada. Esta creencia irracional, que se vuelve obsesiva, genera una elevada ansiedad y un bajo estado de ánimo, y les conduce a pensar que la única manera de aliviar este malestar es llevar a cabo comportamientos que les acerquen a su peligroso estado ideal: mientras que algunos logran la relajación con comportamientos de imitación y compensación como usar prótesis, muletas, sillas de ruedas o dejar de usar la extremidad, por ejemplo; otros sólo consiguen su bienestar cuando logran perder el miembro del cuerpo o el sentido deseado, llegando a lesionarse o causar accidentes que obliguen a la mutilación.

Este tipo de dificultades está poco estudiada. Algunas investigaciones señalan al aprendizaje como factor principal de su desarrollo (por ejemplo, que una persona adopte como modelo de integridad corporal ideal la de alguien, generalmente cercano, que tiene algún miembro amputado); otras, argumentan causas neurológicas (como una anomalía en la corteza cerebral). La respuesta, probablemente entre las dos causas.

Lo que sí sabemos es que estas personas padecen ideas irracionales recurrentes, que se convierten en obsesiones, provocando que aumente la ansiedad y baje el estado de ánimo, llegando a condicionar su vida personal, social, laboral, etc. Por tanto, esta creencia les lleva a sentir que la única forma de liberarse de la obsesión, será conseguir su ansiado ideal sin brazos, piernas o visión. Para escapar de este bucle, la Psicología ofrece un camino alternativo a la amputación: la terapia cognitivo-conductual. Entre sus objetivos se encuentran comprender la dinámica psicológica que ayuda a mantener y reforzar estas creencias irracionales y los comportamientos compensatorios y ayudar a cambiarla; aceptar nuestro cuerpo en su globalidad o reestructurar los pensamientos que conducen a ideales poco ajustados a la realidad y que llevan a tomar de decisiones tan radicales como la de mutilarse.

¿Te sorprende lo que podemos llegar a creer las personas? Pues quizá lo tengamos más cerca de lo que creemos… Que si me quito un trozo de nariz por aquí, que si elimino unos gramos de grasa por allá, que si me corto unos centímetros de piel que me cuelga, que si me quito todo aquello que pueda reflejar mi verdadera edad, que si ya que estamos me cambias la distribución del cuerpo… ¡Y así seré feliz! Estas creencias son tan fuertes como ilógicas, y el malestar que provocan hace que muchas personas estén dispuestas a pasar por quirófano como única forma de lograr aliviar el malestar que les genera no ajustarse a un canon de belleza prácticamente inalcanzable. La Psicología en estos casos también puede ofrecer un camino alternativo a la cirugía.

¿Por qué algunas amputaciones nos generan más aceptación que otras? ¿Por qué mientras algunas están sobrevaloradas, otras son etiquetadas como patológicas? Este debate lo dejo para vosotros/as.

Si antes de tomar la decisión de cambio, quieres probar otros caminos, recuerda que en Terapia y Más podemos ayudarte.

Julia Silva García

Psicóloga Sanitaria de Terapia y Más.