Las distorsiones de la memoria
La memoria puede ser
considerada como un complejo sistema de procesamiento que opera a trav�s
de procesos de almacenamiento, codificaci�n, construcci�n,
reconstrucci�n y recuperaci�n de la informaci�n.
Durante estos procesos se
a�ade informaci�n al recuerdo que, de ese modo, puede quedar deformado,
por varias razones: Cuando percibimos un suceso, tambi�n lo
interpretamos, de tal modo que lo que se almacena en la memoria se basa
en parte en la percepci�n, pero tambi�n en el conocimiento previo y en
inferencias probables (suposiciones) sobre aspectos de la situaci�n no
percibidos o no entendidos por completo. Pero adem�s, esa interpretaci�n
almacenada probablemente es fragmentaria, por lo que cuando intentamos
recuperar (recordar) el suceso un tiempo despu�s, s�lo contamos con
fragmentos m�s o menos detallados, y a partir de ellos reconstruimos el
suceso inicial, rellenando los huecos que faltan de acuerdo con nuestras
expectativas y prejuicios o bas�ndonos una vez m�s en nuestro
conocimiento previo sobre el tema, intentando dar coherencia a lo
recordado.
La reelaboraci�n de un
suceso vivido puede llevarnos a introducir detalles que no fueron
percibidos; la fantas�a de un suceso puede construirse sobre datos de
acontecimientos externos. La memoria se nutre de informaci�n de origen
interno, a trav�s de los procesos de pensamiento e imaginaci�n, y
externo, a trav�s de los procesos precept�ales. Es por ello por lo que,
en rigor, casi todos (por no decir todos) los recuerdos sufren alg�n
grado de distorsi�n.
Memoria epis�dica y memoria sem�ntica
El
funcionamiento de la memoria se basa muchas veces en presuposiciones
fundamentales acerca del conocimiento humano. Concretamente, cuando un
investigador, en un contexto experimental, presenta a un sujeto una
lista de palabras para que la memorice, est� asumiendo que el sujeto
conoce los significados de esas palabras; y si ese conocimiento no
estuviese presente en el sujeto, los resultados ser�an muy diferentes de
los que de hecho son. Y los sujetos se sirven espont�neamente de
estrategias de procesamiento que se benefician del conocimiento que ya
poseen, como ocurre cuando memorizan una lista de palabras agrup�ndolas
por categor�as.
En
definitiva, resulta claro que muchos fen�menos de la memoria dependen de
conocimientos previos a la situaci�n de memorizaci�n. Esos conocimientos
configuran un plano o nivel especial del sistema mn�sico, que se conoce
como memoria sem�ntica.
La memoria
sem�ntica se refiere al conocimiento del mundo. Este sistema representa
informaci�n organizada como hechos, conceptos y vocabulario.
La memoria
epis�dica se refiere al recuerdo de los acontecimientos pasados de la
vida de una persona. Se trata de un sistema mn�sico para la informaci�n
relativa a episodios fechados temporalmente y localizados espacialmente.
Es una memoria autobiogr�fica.
Este sistema
de memoria puede verse influido por la intrusi�n de vivencias, nunca
experimentadas (conocimiento gen�rico procedente de la memoria
sem�ntica) como recuerdos propios, lo que conocemos como memorias
falsas.
Las memorias falsas: g�nesis y
desarrollo
Una memoria
falsa es la contextualizaci�n epis�dica de conocimientos gen�ricos, es
prestar a unos contenidos cognitivos la conciencia de que se han
experimentado antes, de que tienen lazos contextuales autobiogr�ficos.
En la
g�nesis de una memoria falsa se deben dar una serie de condiciones;
primero, el acontecimiento debe ser percibido como plausible, adem�s se
debe adquirir la creencia autobiogr�fica de que es probable que el
acontecimiento le haya ocurrido a uno mismo y, por �ltimo, se deben
interpretar los pensamientos y fantas�as acerca del evento como
memorias.
Una memoria
falsa puede llegar a desarrollarse mediante un proceso de autosugesti�n,
cuando se confunden sucesos mentales (inferencias o conocimiento
gen�rico sobre un tema) con sucesos reales (percepciones). Los sujetos
rellenan, a partir de hip�tesis sobre lo que deber�a haber en un
contexto dado, aquellas partes de su memoria que se han desvanecido, y
despu�s son esas inferencias lo que recuerdan. Incluso el simple acto de
imaginar un acontecimiento falso puede incrementar la probabilidad de
creer que el hecho ocurri� realmente.
De la misma
manera, podemos llegar a desarrollar una memoria falsa de un suceso por
efecto de la sugesti�n. A trav�s de la exposici�n a informaci�n
proveniente de una fuente externa podemos llegar a "recordar" detalles o
sucesos inexistentes, llegando a creer que realmente hemos visto o
experimentado un detalle o suceso que ha sido meramente sugerido. Esto
es lo que se conoce como efecto de informaci�n enga�osa.
El efecto de
informaci�n enga�osa
Cuando una
persona es testigo de un suceso y despu�s adquiere informaci�n nueva
sobre el mismo puede ocurrir que la nueva informaci�n provoque
alteraciones en su recuerdo del suceso. Si esa nueva informaci�n es
falsa, entonces es posible que d� lugar a errores en el informe de
memoria del testigo, puesto que es posible que a la larga las dos clases
de informaci�n lleguen a integrarse formando una representaci�n
original. Este fen�meno se conoce como efecto de informaci�n enga�osa.
Cuando se
produce el efecto de informaci�n enga�osa, cuando alguien cree recordar
un detalle sugerido, parece como si la informaci�n que poseemos sobre
acontecimientos como �se en general, se volviera epis�dica
(autobiogr�fica) por estar ligada a un contexto que proporciona
continuidad entre el antes y el despu�s. El papel de la sugesti�n
consiste en crear una relaci�n epis�dica (autobiogr�fica) entre el
detalle sugerido y el pasado de la persona que recuerda, es un papel
contextualizador
Los sujetos
pueden creer realmente que vieron el detalle sugerido porque comenten un
error de atribuci�n de fuente, esto es, creen que la fuente o el origen
del detalle est� en el suceso cuando realmente la fuente es el mensaje
verbal posterior, un error, por lo dem�s, muy frecuente en la vida
cotidiana, cuando creemos haber le�do una noticia que hemos o�do por la
radio, o cuando recordamos err�neamente que cierto comentario lo hizo
una persona cuando en realidad, aunque en la misma conversaci�n, fue
hecho por una persona distinta.
Factores que favorecen
del efecto de informaci�n enga�osa
La
informaci�n enga�osa se acepta mejor cuanto menos discrepe o m�s encaje
en el curso natural del suceso. O, dicho de otro modo, cuanto m�s se
asemeje a una inferencia "natural" que cualquiera podr�a hacer. Los
factores que empujan a la inferencia aumentan el riesgo de
autosugesti�n. �ste ser�a el caso del conocimiento previo sobre el tema,
de las preguntas que lleven al sujeto a dar sentido a un suceso o que
hacen aparentes las contradicciones en el relato.
El efecto se
producir� con m�s facilidad cuando la fuente que proporciona la
informaci�n falsa sea muy cre�ble.
"La
informaci�n acerca de un acontecimiento de una fuente cre�ble puede
alterar la plausibilidad percibida para el mismo aumentando la
probabilidad percibida de que ese acontecimiento ha podido ocurrir al
individuo, aunque hubiera sido considerado inicialmente como imposible".
(Mazzoni, Loftus & Kirsch; "Changing Beliefs about
implausible autobiographical events. A little plausibility goes a long
way"; Journal of Experimental Psychology; Applied. March, 2001).
Memorias falsas y
capacidad imaginativa
"Los
buenos imaginadores, los que crean im�genes visuales sin apenas
esfuerzo, son m�s vulnerables al efecto de informaci�n enga�osa".
(Doboson, M. y Markhan, R.; 1993; "Imaginery ability
and source monitoring: Implications for eyewitness memory; British
Journal of Psychology, 84, 111-118).
Este hecho apunta a la idea de que el recuerdo sugerido requiere
que el sujeto imagine de alguna manera el detalle inexistente en el
contexto en que hubiera debido estar, de ser cierto.
En general,
aunque la informaci�n de origen externo, la percibida, implica
operaciones cognitivas (razonamiento, b�squeda, toma de decisiones y
creaci�n de im�genes) que tienen lugar en el momento en que se establece
el recuerdo, �stas suelen ser m�s autom�ticas y producir menos efectos
residuales en la memoria que las operaciones voluntarias y conscientes
implicadas en la generaci�n de un suceso imaginario.
Por ello,
cuando el suceso imaginado se lleva a cabo con cierto automatismo (lo
que ocurre en el caso de los buenos imaginadores) es probable que la
representaci�n correspondiente contenga menos informaci�n relacionada
con estos procesos, haci�ndose m�s parecida a la representaci�n que se
tendr�a de un suceso percibido, facilitando as� la confusi�n sobre su
origen.
Memorias Falsas:
diferencia con otros conceptos
Es
conveniente realizar una diferenciaci�n de lo que conocemos como
memorias falsas de otros conceptos que pudieran dar lugar a equ�vocos:
Una memoria
falsa no es una idea delirante. Las ideas delirantes son creencias
falsas que surgen sin una estimulaci�n externa apropiada, y que se
mantienen inamovibles e incorregibles por la raz�n, por la experiencia e
incluso por la demostraci�n, siendo adem�s estas creencias consideradas
como ciertas y frente a las cuales se ha perdido la capacidad de
autocr�tica. Lo que diferencia un memoria falsa de una idea delirante es
el grado de incorregibilidad, ya que si bien es cierto que las memorias
falsas se expresan con la misma confianza que los recuerdos reales, no
son inmunes a la autocr�tica y se puede llegar a tomar conciencia de la
falsedad de ese recuerdo o creencia.
Una memoria
falsa no es una mentira deliberada. Una mentira deliberada se define
como una expresi�n o manifestaci�n contraria a lo que se sabe, se cree o
se piensa, realizada de forma voluntaria o intencionada. Por tanto, una
mentira no es una creencia, cuando alguien miente no cree lo que
manifiesta. Por el contrario, quien experimenta el fen�meno de memoria
falsa, realmente cree en lo que dice, y tiene en esa creencia la misma
confianza que si fuese verdadera porque para quien experimenta este
fen�meno esa memoria o creencia es verdadera.
Una memoria
falsa no es una idea err�nea. Las ideas err�neas pertenecen al campo de
la memoria sem�ntica, es decir, son errores de conocimiento gen�rico,
mientras que las memorias falsas pertenecen al campo de la memoria
epis�dica, no son errores de conocimiento sino fallos de
contextualizaci�n al dar a un conocimiento gen�rico un car�cter
autobiogr�fico.
Los procesos de control
de la realidad (Reality Monitoring)
Algunos
recuerdos tienen su origen en experiencias externas (una visita al
dentista, un viaje a Par�s, una fiesta), otros recuerdos son el producto
de experiencias internas (un sue�o, imaginar un viaje, planear una
fiesta). Los recuerdos de origen externo parten de situaciones
percibidas y objetivas en el sentido de que han podido suceder mientras
que los de origen interno parten de situaciones autogeneradas y
subjetivas, en el sentido de que no tienen m�s testigo que la propia
persona que las imagina, piensa o sue�a.
Cualquier
acontecimiento, ya haya sido percibido o imaginado, deja cierta huella
en la memoria a pesar de que sus efectos no sean aparentes
inmediatamente. Es por ello por lo que habr�a que distinguir entre los
fallos a la hora de registrar y almacenar la informaci�n y los fallos en
el proceso de b�squeda y discriminaci�n del origen de esa informaci�n.
Aunque la
mayor�a de las personas no confunden la mayor parte de las veces, lo
percibido con lo imaginado, no es infrecuente que, en ocasiones,
atribuyan a la realidad lo que es producto s�lo de su imaginaci�n, como
consecuencia de fallos en los procesos de control de la realidad (reality
monitoring), que son los procesos implicados en la discriminaci�n entre
los recuerdos originados a partir de la percepci�n y los recuerdos
originados a partir del pensamiento, la imaginaci�n, la fantas�a, los
sue�os y otros procesos autogenerados.
Los procesos
de control de la realidad son tan importantes para la discriminaci�n del
origen del conocimiento y las creencias como para la de recuerdos de
acontecimientos espec�ficos.
Lo que
parecen mostrarnos los recuerdos sugeridos y autosugeridos es que se ha
producido un fallo en el control de la realidad: el sujeto no es capaz
de distinguir una memoria real (percibida) de una memoria irreal
(imaginada a partir de una sugesti�n o inferencias), por tanto, las
memorias derivadas de la informaci�n postsuceso se identifican
err�neamente como procedentes del propio suceso.
Causas del fracaso del
control de realidad
Los errores
de identificaci�n del origen de un recuerdo pueden deberse a varias
razones: o bien las memorias de origen externo y de origen interno son
muy parecidas, y eso hace que sea dif�cil discriminar entre ellas, o
bien se utiliza un criterio inadecuado al decidir de d�nde proviene ese
recuerdo.
Esto ocurre
porque la informaci�n sobre el origen del recuerdo no se codifica
directa ni autom�ticamente en el momento en que �ste se crea. En otras
palabras, no hay una etiqueta en cada recuerdo que indique su origen,
sino que la identificaci�n de la fuente del recuerdo se basa en una
evaluaci�n de sus caracter�sticas.
Los
recuerdos originados a partir de la percepci�n deben contener m�s
informaci�n sensorial y perceptual (detalles visuales, color, sonido) y
m�s informaci�n contextual (tiempo y lugar) que los recuerdos de origen
interno. Por otra parte, los recuerdos generados a partir del
pensamiento y la imaginaci�n contienen menos detalles sensoriales, m�s
autorreferencias y m�s alusiones a los procesos cognitivos que tuvieron
lugar cuando se establecieron (razonamiento, b�squeda, generaci�n de
im�genes). Las diferencias entre los dos tipos de recuerdos, en cuanto
al valor medio a lo largo de estas dimensiones, conforman la base para
decidir acerca de su origen.
Las
decisiones de control de la realidad tambi�n pueden implicar los
procesos de razonamiento bas�ndose en informaci�n adicional almacenada
en la memoria. Por ejemplo, el recuerdo de una conversaci�n puede
atribuirse correctamente a una fantas�a sobre la base del conocimiento
que tengamos del trato con el supuesto interlocutor ("lo habr� imaginado
porque �l nunca dir�a algo as�"). Adem�s, los enjuiciamientos estar�n
afectados por las opiniones de la persona o sus suposiciones sobre c�mo
funciona la memoria ("lo que se hace se recuerda mejor que lo que se
piensa").
As�, existen
por lo menos dos mecanismos a trav�s de los cuales podemos cometer
errores de control de la realidad:
1. El recuerdo puede no tener las caracter�sticas
habituales de su origen. Por ejemplo, si imaginamos una conversaci�n con
una persona e incluimos muchos detalles visuales y auditivos podr�amos
crear un recuerdo que fuera muy semejante en estos aspectos al de otra
conversaci�n que hubi�ramos mantenido realmente con esa persona.
2- El razonamiento sobre el origen de ese recuerdo puede
basarse en criterios inadecuados. Por ejemplo, existe cierto sesgo a
pensar que los acontecimientos internos reflejan probabilidades
idiosincr�sicas y los externos, probabilidades normativas. As�, a la
hora de juzgar el origen de un recuerdo, la persona podr�a pensar
"�habr�a dicho yo esto?"; si la respuesta fuera que no, podr�a
atribuirlo, por error, a un sue�o.
La toma de conciencia de la falsedad de
los recuerdos
En general,
el grado de confianza que dicen tener los sujetos en sus memorias
sugeridas es igual o mayor que el que adjudican a sus memorias reales,
pero se puede llegar a tomar conciencia de la falsedad de un recuerdo si
aumentan los factores que disminuyen el parecido entre los recuerdos de
origen externo e interno o si se utiliza un criterio m�s adecuado para
determinar su origen.
En el primer
caso, las caracter�sticas contextuales y sensoriales del recuerdo, que
son las m�s duraderas, son tambi�n las que habitualmente se toman como
evidencia de que algo fue percibido. Por otro lado, el �nico aspecto que
es susceptible de crear errores entre los recuerdos de lo percibido y lo
imaginado (el recuerdo de las ideas y los sentimientos experimentados)
es el que m�s r�pidamente desaparece de la memoria.
Esto indica
que, si no hacemos nada para interferir este proceso, el paso del
tiempo, al aumentar las diferencias entre lo percibido y lo imaginado,
no hace sino maximizar la posibilidad de discriminar correctamente el
origen de los acontecimientos.
Por otro
lado, se puede disminuir el efecto de informaci�n enga�osa mediante un
examen m�s cuidadoso al juzgar el origen de la informaci�n. Cuando se
formula a los sujetos preguntas cerradas adoptan enseguida un criterio
de familiaridad para decidir si el �tem es viejo o nuevo. Pero, al
guiarse s�lo por la familiaridad, es probable que no se preocupen
demasiado por analizar m�s profundamente las caracter�sticas de las
memorias que le servir�an para conocer su origen. Por ejemplo, podr�an
dejar de lado el tipo y cantidad de informaci�n perceptiva y contextual
que tiene la memoria, ignorando as� pistas importantes relacionadas con
su origen, pues si la memoria corresponde a un detalle original debe
contener m�s rasgos relacionados con su presentaci�n visual, con sus
rasgos f�sicos, etc., que si se tratara de la memoria de un detalle
sugerido. Por ello, si a los sujetos se les orienta para que hagan
juicios de control del origen, en vez del tradicional juicio de
familiaridad, o mediante advertencias explicitas o nueva informaci�n que
disminuya la credibilidad de la fuente, disminuye el efecto de
informaci�n enga�osa.
Memoria falsa y
personalidad
Los sujetos
que poseen una elevada sugestionabilidad son m�s vulnerables al efecto
de informaci�n enga�osa, entendiendo por sugesti�nabilidad la respuesta
sumisa y acr�tica a una idea o influencia.
En sujetos
hipnotizados ha sido posible implantar memorias que son completamente
nuevas. Esto se puede conseguir puesto que claramente, una de las
consecuencias de la inducci�n hipn�tica es el aumento de la
sugestionabilidad.
Por ejemplo
en las personalidades histri�nicas, los sujetos muestran una elevada
preocupaci�n por las recompensas y aprobaciones externas lo que suele
privarles de una identidad independiente de los dem�s. Por ello, son
extraordinariamente sensibles a los pensamientos y estados afectivos de
las personas de quienes desean aprobaci�n y afecto, lo que les hace muy
sugestionables.
En ellos se
dan pocos procesos reflexivos entre la percepci�n y la acci�n, el
comportamiento se emite antes de que los procesos de memoria y de
pensamiento se hayan conectado y organizado. Esto genera un patr�n de
aprendizajes muy dispersos y superficiales, as� como una tendencia a
hablar de generalidades impresionistas y a hacer juicios b�sicamente
irreflexivos.
Memoria de testigos:
efectos del sistema elegido para tomar declaraci�n
Cuando
queremos saber qu� recuerda un testigo sobre el suceso presenciado,
podemos optar por pedirle que nos cuente todo lo que recuerda (recuerdo
libre, forma narrativa de interrogatorio) o podemos hacerle preguntas
m�s o menos estructuradas, m�s o menos abiertas. El recuerdo libre
proporciona la recuperaci�n m�s exacta, pero tiene la desventaja de ser
relativamente incompleto; pero las preguntas, que hacen que el testigo
sea m�s completo, tambi�n le llevan a ser m�s inexacto, especialmente
cuanto m�s cerradas sean.
Este efecto
es debido a que responder a preguntas sobre lo sucedido inmediatamente
despu�s del hecho, puede fortalecer el recuerdo del testigo sobre lo
sucedido o, lo que es m�s peligroso, inducirle a revivir ese suceso como
la pregunta sugiere que ha sucedido. As�, informaci�n adicional sobre
los hechos que ha observado un sujeto puede ser integrada en el recuerdo
de ese suceso.
Esto ocurre
porque la pregunta sugestiva, a trav�s de las im�genes que suscita,
puede aumentar la sensaci�n de familiaridad del detalle. Si esto se une
al recuerdo de informaci�n contextual suficiente y el detalle se eval�a
como plausible en la escena original, puede dar lugar a confundir esa
informaci�n sugerida, y pensar que forma parte del suceso original.
A este
efecto hay que a�adir que los recuerdos falsos surgen m�s claramente
tras varias entrevistas e intentos de recuperaci�n, puesto que con cada
nueva entrevista aumenta un poco m�s la familiaridad con la que se
recibe la informaci�n, de lo que se deduce que el haber pensado
repetidamente en el acontecimiento en cuesti�n a lo largo de las
diversas sesiones de declaraci�n y ratificaci�n hace que aumente la
creencia de que el suceso se trata de algo que efectivamente ocurri�.
Casos hist�ricos de
memorias falsas y procesos judiciales
Los testigos
que refieren su testimonio una y otra vez en los interrogatorios
policiales y las entrevistas con abogados pueden llegar a estar
extremadamente seguros de lo que declaran, aunque est�n completamente
equivocados.
Las
identificaciones err�neas de testigos oculares a veces son fruto de las
limitaciones de lo que �stos codificaron. El testimonio de testigos
oculares condujo al arresto de Lawrence Berson por varias violaciones y
al de George Morales por robo. Luego, un hombre llamado Richard Carbone
confes� haber cometido los cr�menes que les hab�an imputado. La gran
desgracia de los hombres arrestados injustamente es que compart�an con
Carbone varios rasgos caracter�sticos: los tres ten�an edades parecidas,
llevaban gafas del mismo tipo, luc�an un espeso bigote, ten�an el mismo
pelo oscuro y rizado, y sus rostros mostraban una estructura similar.
Un jurado de
Florida conden� a un hombre llamado Joseph Spaziano por haber asesinado
en 1973 a una ni�era de Orlando. El juez sentenci� a muerte a Spaziano.
El caso del estado contra Spaziano se fundamentaba casi exclusivamente
en el testimonio de Anthony Dilisio, que recordaba que Spaziano le hab�a
ense�ado el cad�ver de la muchacha en un vertedero. El jurado
desconoc�a, sin embargo, que Dilisio no consigui� recordar este
incidente hasta que fue hipnotizado. Actualmente, Anthony Dilisio dice
que nunca fue al vertedero con Spaziano y que jam�s vio el cad�ver.
No es
dif�cil imaginarse c�mo se sentir�a Donald Thompson, estudioso de la
memoria humana, cuando las autoridades le informaron de que iba a ser
interrogado como sospechoso de violaci�n porque encajaba casi a la
perfecci�n con el recuerdo que la v�ctima guardaba del violador. Aunque
se qued� perplejo ante tal acusaci�n, Thompson tuvo la suerte de contar
con una coartada irrefutable. Justo antes de que se produjera la
violaci�n, Thompson estaba siendo entrevistado en directo en la
televisi�n y era del todo imposible que hubiese estado en la escena del
crimen cuando tuvo lugar el asalto. Al saberse que la victima hab�a
estado viendo a Thompson por televisi�n antes de ser violada y que al
parecer hab�a confundido el recuerdo que conservaba de �l en la pantalla
con su recuerdo del violador, Thompson fue puesto en libertad de
inmediato.
Se tiene
noticia de casos similares a �ste. En todos ellos, los testigos
identificaron err�neamente a los autores porque hab�an tropezado con el
acusado fuera del contexto del crimen. Luego no consegu�an recordar
cu�ndo ni d�nde hab�an visto a la persona en cuesti�n, a pesar de
conservar una fuerte sensaci�n de familiaridad con ella.
Estos
dram�ticos ejemplos de recuerdos deformados demuestran que un recuerdo
exacto a menudo depende sobremanera de la capacidad que se tenga para
recordar con toda precisi�n cu�ndo y d�nde ocurri� un acontecimiento o
para recordar la fuente correcta de la adquisici�n de la informaci�n.
|