La infancia es una etapa clave para el desarrollo integral de la persona. La cantidad de cambios que se producen junto a la falta de experiencia pueden dar lugar a que la persona se desarrolle de manera adaptativa o que aparezcan dificultades.
Hablamos de problema psicológico cuando se detecta que el niño o la niña no evoluciona como se espera para su edad, mostrando dificultades en el desarrollo intelectual, problemas de aprendizaje, de adquisición de habilidades motoras o de comunicación, trastornos generalizados del desarrollo, dificultades de atención o problemas de control de esfínteres, entre otros. Si la familia, los profesores/as u otros adultos cercanos observan que la niña o el niño no sigue el ritmo evolutivo esperado para su edad, puede ser el momento de consultar al especialista en Psicología.
En otros casos, el niño o la niña experimenta malestar por no haber aprendido las habilidades necesarias para afrontar situaciones personales, sociales, familiares o escolares. Cuando la familia, los profesores/as u otros adultos observan cambios acusados o duraderos en el comportamiento, en las relaciones con iguales o con adultos, conflictos con la familia, problemas escolares o cambios de humor entre otros, también puede ser el momento de acudir a consulta psicológica.
El papel del profesional será acompañar y guiar en el proceso de cambio, enseñar nuevas estrategias o ayudar a que la persona resuelva sus problemas.
Para que una intervención psicológica en la infancia resulte eficaz, se requiere del trabajo conjunto entre el terapeuta, la familia y el niño o la niña y, en ocasiones, el centro escolar.







