Dificultades en la etapa adulta

Aunque la etapa adulta supone la consolidación de la personalidad no está libre de la aparición de dificultades, personales o con el entorno, que puedan generar malestar.

Algunos aspectos de la persona que pueden resultar disfuncionales y estar provocando consecuencias negativas son un inadecuado manejo de la ansiedad, estrés, variaciones en el estado de ánimo, dificultades en las habilidades sociales, en la gestión de emociones y sentimientos, problemas control de impulsos, abuso de sustancias, problemas con el sueño o dificultades con la conducta alimentaria.

Otras veces el malestar puede estar ocasionado por situaciones que suponen un cambio vital y no se sabe cómo afrontar, como duelos, ruptura de pareja, nacimiento de un hijo/a, la aparición de una enfermedad o trastorno en uno/a mismo/a o en alguien cercano (esquizofrenia, trastornos psicóticos, deterioros cognitivos, trastornos de la personalidad…) o cualquier tipo de malestar ante distintas experiencias.

El papel del profesional será acompañar y guiar en el proceso de cambio, enseñar nuevas estrategias o ayudar a que la persona resuelva sus problemas.Para que una intervención psicológica en la etapa adulta resulte eficaz, se requiere del trabajo conjunto entre el terapeuta, la persona y, dependiendo del motivo de consulta, sus familiares o su pareja.

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